Pero es un hecho que estos perfiles senior están llegando al final de su etapa profesional: Se están jubilando, y muchos clientes nos confiesan que no hay relevo preparado para tomar el puesto con la misma solvencia. Y, sin duda, es un gran problema.
Formar a un nuevo operario en el proceso de plegado no se resuelve en un curso. Se necesitan meses de aprendizaje real: Horas frente a la máquina, acompañamiento constante. Un mentor que corrija, que explique, que transmita el oficio. Y aun con todo eso, hay cosas que solo se aprenden con el tiempo y con el fallo. Y con compromiso.
Es un proceso largo, costoso y poco eficiente. Mientras el nuevo técnico aprende, la eficiencia de la producción depende del veterano. Y eso, en un entorno industrial con plazos ajustados y alta rotación, no es viable a largo plazo.
Durante años, la diferencia entre un taller ágil y uno lento ha estado en la experiencia del operario. No en la plegadora, no en el plano. En quien está al frente. Saber cómo atacar una pieza, cómo evitar rebotes, cuándo cambiar el utillaje... eso no está documentado. Está en la cabeza de quien lleva dos décadas en la sección de plegado.
Cuando ese perfil se jubila, no se pierde solo un operario. Se pierde el criterio operativo. Y con él, parte de la capacidad productiva.
Afortunadamente hoy en día los talleres cuentan con un nuevo recurso: la tecnología. Nuestros clientes cuentan con sistemas avanzados para convertir el proceso de plegado en un proceso mucho más mecánico. Un sistema de software de plegado que no sustituye a la experiencia, sino que la a convierte en un proceso estructurado. Reduce la dependencia de la memoria individual. Calcula secuencias, detecta errores, previene colisiones. Y permite que alguien sin años de rodaje pueda ejecutar piezas complejas con seguridad, con ayudas visuales paso por paso, de forma simple y completa.
No improvisa. Calcula. No exige saber, exige seguir. Y eso hace que el conocimiento pase de estar en una persona a estar en el sistema.
En planta, la facilidad de uso es lo que decide si un sistema se aplica o se evita. Un software con interfaz intuitiva para plegado, validación en tiempo real y funciones automáticas no requiere formación extensa. Funciona desde el primer día.
El entorno gráfico debe ser limpio. Las instrucciones, claras. El operario no necesita interpretar. Solo ejecutar. Validación por colisiones, biblioteca de herramientas, procesamiento por lotes... Funcionalidades técnicas que permiten optimizar tareas y reducir errores en el plegado, incluso en manos inexpertas.
Porque el problema no es solo formar. Es sostener la producción durante ese tiempo. La automatización del plegado permite mantener estabilidad operativa en un contexto de alta rotación. Ya no se trata de quién está al frente, sino de cómo está configurado el sistema.
Cuando el criterio está digitalizado, el taller no se detiene. El operario sigue pasos. El sistema valida. La pieza sale bien.
Lo que antes dependía de una persona, ahora depende del proceso. Y ese proceso tiene que estar respaldado por un software pensado para talleres reales. Que no complique. Que no ralentice. Que permita trabajar con seguridad, aunque el experto ya no esté.
¿Quieres saber más sobre Lantek Bend?